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Recordamos a Ramón Girau, vecino de Suardi desaparecido durante la dictadura militar.

HABLAMOS CON JAVIER Y AYELÉN MANSILLA.

Hoy, en el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y Justicia, desde Oxigeno queremos hacerle un pequeño homenaje a este vecino de Suardi que desapareció durante la dictadura militar y por eso nos visitaron en nuestros estudios Javier, sobrino de “el Negro”, junto a su hija Ayelén, para contarnos un poco de su historia.

La historia de Ramón comienza en la zona de los Bañados del Río Dulce, lugar donde nació y se crió junto a sus hermanos. En la época escolar, toda la familia se trasladaba a Suardi, en su casita en el Barrio San Miguel, para que los niños puedan acceder a la educación y ya alrededor de sus 6 años, la familia se establece finalmente en nuestra ciudad.

Durante su adolescencia, mientras cursaba sus estudios secundarios en Suardi, ya se relacionaba con sacerdotes tercermundistas, un movimiento fundado en 1967 dentro de la Iglesia católica argentina, que intentó articular la idea de renovación de la Iglesia con una fuerte participación política y social mostrando un fuerte compromiso para mejorar la situación de los pobres, actuando sobre las situaciones que originaban la miseria.

Javier nos decía que fue ahí, en la adolescencia de Ramón, cuando se comienzan a formar sus raíces en la concientización y lucha por los más vulnerables; eso es lo que lo lleva a actuar por la mejora y el bienestar de su barrio, el Barrio San Miguel, y empieza a tener contacto con la Juventud Peronista.

Gracias a su fuerte compromiso social, intervino junto a vecinos, familiares y amigos, para la obtención, por ejemplo, del alumbrado público de Barrio San Miguel, en mejoras para la Sala de Asistencias Médicas que ahora se convirtió en el SAMCO, entre otras actividades sociales y culturales.

En su juventud, además el trabajaba para el Sr. Cruz, dueño de una imprenta en Suardi, quien luego de algunos años vende el negocio a Ramón. Así, con apenas 18 años y con la ayuda de sus padres, pudo ser dueño de su propio negocio.

La imprenta se convirtió en un punto importante dentro la Juventud Peronista de toda la región, ya que el principal medio de comunicación que utilizaban los montoneros eran los panfletos y por ello el Negro se convirtió en una persona de interés para los comandantes de la dictadura militar.

En el año 74 ya comenzaron los primeros movimientos de la Triple A y, debido a su fuerte compromiso con el movimiento, el Negro decide cerrar su imprenta en Suardi y trasladarla cerca del 76 a la ciudad de Santa Fe, donde a finales de ese mismo año

la cierra y se traslada con su imprenta a Rosario para brindarle este servicio de manera exclusiva a los Montoneros.

Javier contaba que cuando su tío se va de Suardi, se traslada a vivir junto a su madre y hermana a vivir en la vivienda que fue su imprenta, por lo que varias noches vivió allanamientos en los que buscaban a su tío Ramón.

Desde sus escondites el Negro tuvo algunos contactos con sus familiares, ya que su principal deseo era poder reencontrarse con su madre; muchas veces logro hablar por teléfono en clave con su hermana, madre de Javier, e incluso logró concretar algún encuentro personal con ella. En su último contacto dijo que abandonaría el país hasta que la situación cambie, pero antes de poder lograrlo fue capturado.

La primer denuncia por desaparición de Ramón Girau la realiza un tío de él que vivía en Buenos Aires cerca de agosto del 1976, pero a pesar de ello durante muchos años no supieron qué había sucedido con él.

Luego de muchos años de incertidumbres, hace poco tiempo lograron obtener el dato que al parecer en agosto del 77 Ramón “el Negro” Girau fue visto  por un amigo en un Centro de Detención Clandestino en Rosario. Este dato lo aportó la esposa de su compañero con quienes convivía; en una visita a su marido él le dijo que lo había visto en el mismo centro de detención donde este se encontraba. Aunque su esposo también fue víctima de la dictadura militar, ella logro sobrevivir y hoy pudo acercar esta información a su familia.

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